Rosario Ibarra de Piedra, fundadora del Comité Eureka, afirmó que con la muerte de Miguel Nazar Haro, extitular de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), se pierde toda esperanza de justicia por la desaparición forzada de su hijo Jesús Ibarra Piedra y varias personas más, durante la llamada “guerra sucia”.
“Se pierde totalmente la esperanza. A él no se le juzgó, nosotros hicimos denuncias a la Procuraduría, a todos lados, pero bueno, a veces hay confabulaciones gubernamentales”, dijo la senadora del Partido del Trabajo en entrevista telefónica con CNN México.
Pese a que hasta la fecha no sabe qué sucedió con su hijo (militante en el grupo guerrillero Liga Comunista 23 de Septiembre) y con muchos otros jóvenes –cuyas madres fundaron con ella el Comité Eureka–, la activista afirmó que no odia a las autoridades que ordenaron las desapariciones forzadas.
“No sé cómo haya vivido, nosotros siempre vivimos con la tristeza, con la pena, y no sé si ellos, me refiero a (Luis) Echeverría (presidente de México de 1970 a 1976) y muchos otros más, pero nosotros no los odiamos”, dijo.
El hijo de la senadora fue detenido en Monterrey, Nuevo León, el 18 de abril de 1975. Según dijo Nazar Haro en su momento, Jesús fue capturado por la Policía Judicial estatal y no por la dependencia a su cargo, la DFS, una de las corporaciones más temibles en la historia policiaca del país, acusada de reprimir los movimientos opositores al gobierno en las décadas de los 70 y 80.
Rosario Piedra Ibarra, hermana de Jesús, lamentó que Nazar Haro falleciera sin revelar información que pudiera conducir al paradero de alguna de las casi 500 personas que fueron secuestradas sin dejar rastro.
Por eso, dijo, es necesario que Luis Echeverría Álvarez comparezca ante los tribunales y proporcione información para esclarecer los casos de ejecuciones, secuestros y torturas.
La hija de la senadora Rosario Ibarra de Piedra aseguró que no se alegra por la muerte de quien fuera jefe de la DFS, a quien se le atribuyen torturas, desapariciones y ejecuciones, pues ni ella ni los familiares de las víctimas han buscado venganza.
Dijo que le duele que la justicia no haya actuado contra el controvertido policía o alguna otra autoridad señalada por perpetrar delitos graves contra personas a las que llamaban guerrilleros o integrantes de grupos subversivos en las décadas de los 70 y 80.
“Falleció sin revelar la verdad. Los familiares no buscamos venganza, ya lo hemos dicho, sino el esclarecimiento sobre el paradero de nuestros familiares, qué fue de ellos, si viven o no, aunque los reclamamos con vida. Pero no nos alegra que alguien muera. Nos duele cualquier pérdida”, añadió la también integrante de la agrupación Eureka, fundada en 1977 por su madre.
Piedra Ibarra, radicada en Monterrey, comparó la justicia mexicana, donde prevalece la impunidad, con la de otros países donde los represores han sido sometidos a juicio y sentenciados para que paguen en vida sus culpas.
“En el caso de Nazar Haro no se ha seguido el curso de otros países donde se han registrado dictaduras militares. Ahí ha habido juicios serios, donde los acusados han dado testimonios y se ha esclarecido dónde estaban los desaparecidos. En México no se ha visto esto nunca”, comentó en entrevista telefónica.
La impunidad en la que vivió Nazar confirma que en el país las autoridades tienen un desprecio por la vida, pues no se preocupan por averiguar el paradero de centenares de desaparecidos, sostuvo.
La regiomontana afirmó que las desapariciones que se perpetraron en el pasado continúan hasta ahora, pero de manera diferente, aunque con resultados similares y con la misma impunidad que ha caracterizado al sistema de justicia en el país.
“Ahora las desapariciones se hacen de forma distinta. La impunidad sigue. Las desapariciones son alarmantes y ocurren por cuestiones de muy diversa índole y en un contexto muy diferente, pero continúan. Por eso es prioritario saber qué pasó con los más de 500 desaparecidos, para que no haya impunidad”, insistió.
Otra afectada por la llamada “guerra sucia”, Alicia de los Ríos, cuya madre fue detenida en 1978 por elementos de la DFS y cuyo padre fue asesinado de manera extrajudicial, dijo que cuando comenzaron a morir otros funcionarios involucrados en la represión, no tenía mucha esperanza de que se hiciera justicia.
Por eso, subrayó, la muerte de Nazar Haro ya no le causa emociones encontradas. “La justicia del Estado mexicano ya había dado una muestra con lo de los casos que llevaba la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp). Vimos cómo actuaba la justicia arrodillándose frente a Nazar Haro, pues dijimos, por ahí no va”, señaló en entrevista telefónica con CNN desde Chihuahua.
A pesar de ello, Alicia y sus hermanos, Marta, Irma, Irene y Gilberto, siguen en la búsqueda de su madre y quieren saber si ésta tuvo otra hija mientras estaba recluida.
El caso sigue abierto y también hay una denuncia por desaparición forzada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aunque Alicia no visualiza un panorama alentador.
“Nosotros, a pesar de que los casos de desapariciones forzadas continúan, porque son delitos continuos, como los llama la Corte, creemos que la justicia del Estado mexicano no nos va a ser favorable”, lamentó.
En junio de 2005, la desaparecida Femospp –creada en el gobierno de Vicente Fox– incriminó a Nazar Haro por la desaparición de seis integrantes de la Brigada Campesina de Los Lacandones, registrada el 18 de noviembre de 1974.
No obstante, un año más tarde, en septiembre de 2006, un juzgado federal lo absolvió. El Juzgado Cuarto de Distrito en materia penal, con sede en Nuevo León, consideró que el Ministerio Público federal no logró acreditar la existencia del cuerpo del delito ni la probable responsabilidad.
En 2004 fue internado en el Penal de Topo Chico, en Nuevo León, acusado de desaparición forzada, pero inmediatamente liberado para que cumpliera arresto domiciliario en su casa, en la capital del país.
Nazar Haro falleció el jueves por la noche en la Ciudad de México, a los 87 años.
REVISTA PROCESO
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